Me sentaría y pondría mis pies en el agua. Me quedaría ahí por años.
Me haría vieja ahí resfrescando mi vida desde mis dedos largos y delgados, que se confunden con la corriente, hasta llegar a mi cabeza, anhegándola de no sé que pensamientos.
Para morir, elegiría este lugar. Muy lejos de todo, con mucho árbol, mucha hoja verde en todas sus tonalidades posibles, flores de todo tipo, muy frescas, muy dulces, junto a todas las patillitas de plantas que haría para que las cuidaran luego mis hijos (quiero hijos, cuatro, si es que se puede), con un cielo bien azulito con nubes esponjocitas como tanto me gustan, caminar mucho rato hasta que mis fuerzas no den y acostarme a mirar el cielo para marearme como siempre en su profundidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que esta elección sea fabulosa es decir muy poco acerca de esta elección. Mejor me quedo callado y sigo leyendo más textos suyos.
Un saludo.