¿Te ha pasado que al escuchar alguna canción, las ondas sonoras frotan tu piel y se te meten dentro, como ahogandote, muchas veces de pasión, de dulzura, de angustias que no sabías que tenías acumuladas dentro tuyo, a veces de una energía rebosante y contagiosa, de letras que te hacen recordar y volar o de melodías que abrazan?
Realmente me fascina la música, pero no cualquiera, sino esa que me provoque, que me llene, o me deje un abismo. Esa música que si la escuchas te dan unas ganas enormes de bailar, como para mí lo es con una salsa sabrosa o una cueca bien acarambolá donde ambas despiertan toda la energía de mis músculos y la coquetería muchas veces escondida de mis movimientos. Amo esa música en que la voz del cantante me nazcan las ganas de cantar junto a él, amo esa que me hace sufrir, que me hace quedar muda y quieta como muerta embebida de música música música.







(No sé, Gracias a tantas canciones de los Sres Beatles, Los Tres, Victor y Violeta, a la voz de Amy Winehouse, a Mozart, a los Quila y a los Inti, a la Banda sonora de Los Coristas (Bruno Coulais), a los Chileneros y a los Tricolores, hasta al Daniel Muñoz que canta muy bien, y a tanto tanto tanto ser humano que me ha hecho maravillarme con la música...)

Perdiendo siempre contra Cronos


Ya me aprieta la garganta.
Vuelvo del sopor del relajo.

Sopor que me embriagaba
para no pensar ni atormentarme,

como siempre lo hago.

Pero mi madre hoy
me enfrentó
nuevamente a mirarme,

y especialmente a mirar el calendario.

Siempre me ha asustado el tiempo,

y siempre me sorprendo de lo rápido que pasa,

siempre me sorprendo de la edad que cumplo
y de los momentos que ya estoy viviendo.

Porque es como que fuera ayer

cuando nos embetunábamos de barro completamente

y jugabamos tardes y tardes con mis sobrinos.

Abrupto Cronos que siempre me tortura.

Me hace los momentos más hermosos
los más veloces
y los más asquerosos, lo más lentos...

Impotencia.

Pena, esperanza,
amor, dolor,
ansiedad,

con eternos recuerdos, sin asumir aún.
Esa soy yo,
Rocío de febrero del dos mil ocho.

que ya abandona el ensueño
que la embarga en los veranos,
para tomar su maletínn de realidad bajo el brazo.

(Realidad que dejo reposar lejos de mí en vacaciones)


Papá, cuánto tengo que esperar para cumplirte! =(
Ya no pienso.
Me he abstraído a sólo sentirte
A obviar nuestro futuro incierto,
A reducir los miedos de lo que se viene
para que así el sol nos bañe enteros.

Inevitablemente caigo.
Como una pluma al viento
como hojas de otoño
como anestesiada de mente
caigo embebida en tu boca.

Millones de esos recuerdos brillantes que un día te dije
descansan felices en mi mente
Millones en 20 meses
y trillones en 4 años!
desde el día en que a Hugo le brincó su corazón.

Quizás ya te haya escrito en las miles de cosas que te escribo siempre
cosas similares a ésta.
Pero desde siempre he sentido lo mismo.
e incluso es cada vez más fuerte la necesidad de mirarte
y es más desesperante no escucharte.

Veinte meses. Amor.