¿Te ha pasado que al escuchar alguna canción, las ondas sonoras frotan tu piel y se te meten dentro, como ahogandote, muchas veces de pasión, de dulzura, de angustias que no sabías que tenías acumuladas dentro tuyo, a veces de una energía rebosante y contagiosa, de letras que te hacen recordar y volar o de melodías que abrazan?
Realmente me fascina la música, pero no cualquiera, sino esa que me provoque, que me llene, o me deje un abismo. Esa música que si la escuchas te dan unas ganas enormes de bailar, como para mí lo es con una salsa sabrosa o una cueca bien acarambolá donde ambas despiertan toda la energía de mis músculos y la coquetería muchas veces escondida de mis movimientos. Amo esa música en que la voz del cantante me nazcan las ganas de cantar junto a él, amo esa que me hace sufrir, que me hace quedar muda y quieta como muerta embebida de música música música.







(No sé, Gracias a tantas canciones de los Sres Beatles, Los Tres, Victor y Violeta, a la voz de Amy Winehouse, a Mozart, a los Quila y a los Inti, a la Banda sonora de Los Coristas (Bruno Coulais), a los Chileneros y a los Tricolores, hasta al Daniel Muñoz que canta muy bien, y a tanto tanto tanto ser humano que me ha hecho maravillarme con la música...)

2 comentarios:

Diego Astete P. dijo...

a mi tbn me a pasao mushas veces eso y le tendria q dar las gracias como tu a muchos grupos q me da paja escribir xq son demaciados XD


te kiero agilaa, i miss you

Pelaro dijo...

loca
viva